Obras ganadoras del XVII Concurso Literario Garcilaso de la Vega
RELATO 1º/2º ESO
PRIMER PREMIO: Inma Quevedo Maldonado, 1º ESO A
Había una vez una pequeña
tortuguita que vivía con sus hermanas y su mamá. Su mamá era una gran tortuga
que la quería mucho, la protegía, y la alimentaba.
Todo iba bien, hasta que un día
mamá tortuga, como de costumbre, se marchó a coger comida. Mamá tortuga se vio
sorprendida por una tormenta, lo que la obligó a desviarse de su ruta habitual. Mamá tortuga
quería llegar cuanto antes a casa, no le gustaba la idea de dejar solas
a sus pequeñas, por eso tomó un sendero que iba al lado del río.
Ese sendero era muy peligroso ya
que el río estaba infestado de caimanes y cocodrilos. Mamá tortuga llevaba
mucho tiempo andando y ya casi estaba en casa, pero justo cuando casi ya había
llegado, un cocodrilo se abalanzó sobre ella, y la mató.
La pequeña tortuguita se empezó a
preocupar; ella se preguntaba” ¿Por qué tardará tanto mamá?”. Sus hermanas que
eran mayores que ella fueron a buscar a mamá tortuga y con horror descubrieron
el final que había tenido su madre. Al contarle lo que le había sucedido a su
madre la pequeña tortuguita se puso muy triste, y se retiró a lo más
profundo del bosque a llorar, y llorar; la pequeña tortuguita estaba tan triste
que no comía y cada vez estaba más delgada.
Desde el cielo mamá tortuga
observaba cómo su pequeña lloraba su muerte, eso le produjo mucha pena a mamá
tortuga ya que ella quería estar con sus hijas, quería consolar a la pequeña
tortuga. Tal era su desesperación que mamá tortuga se dirigió al Dios de los
animales, y le suplicó poder volver a la tierra para estar con sus hijas.
El rey de los animales le
contestó “que eso era imposible, nadie podía jugar con la muerte”, pero al
verla tan desesperada, el Dios de los
animales prometió que concedería un don muy especial a la pequeña tortuga, y ya
no estaría triste.
Una noche en la que la pequeña
tortuga lloraba, una pequeña mariposa de color rojo descendió del cielo y se posó en el caparazón de la tortuga, la
tortuguita intentó apartar a la mariposa, ya que ella quería estar sola. De
repente la pequeña tortuga escuchó una voz, la voz decía.
-“No estés triste pequeña mía”.
La tortuga se sorprendió y contestó.
-“¿Quién habla, hay alguien ahí?”
La voz misteriosa respondió.
-“Estoy aquí ¿no me ves?, vengo a
llevarme tus penas”
La tortuguita descubrió que la
voz misteriosa procedía de la mariposa, y ante su estupefacción la mariposa empezó a beber sus
lágrimas y cada lágrima que bebía, hacía que sus penas fueran cada vez más, y
más pequeñas.
Antes de marcharse, la pequeña
mariposa le dijo a la tortuga:
-“Desde el cielo he venido, vida
mía, soy yo, mamá, no puedo quedarme, pero cada vez que una lágrima tuya sea
derramada, yo vendré, y me beberé tus penas, ahora debo marcharme, adiós.”
Después de decir estas palabras la mariposa
desapareció. Desde aquel día la pequeña tortuga dejó de estar triste y vivió feliz con sus hermanos y hermanas.
RELATO 1º/2º BTO
-----MARTES Y 13-----
Era martes y para colmo día 13; la lavadora se negaba a lavar y el técnico que vino a casa certificó su muerte con un: “No merece la pena el arreglo, será mejor que vaya pensando en comprar una nueva”.
Cuando se marchó de casa recordó que unos días antes había recogido del buzón un catálogo de propaganda de electrodomésticos que aun debía estar entre la basura de papel para reciclar. Se apresuró a rebuscar hasta que lo encontró. Pasó las hojas con velocidad y cierto temor buscando las páginas de lavadoras y por fin llegó a ellas: ¡Dios mío! ¡De 400€ no me salva nadie!
No era el mejor momento para aquello pero no le quedaba más remedio que hacerle caso al técnico porque la ropa sucia se amontonaba con mucha facilidad, así que intentó no pensarlo demasiado para no arrepentirse y decidió comprarla aquella misma tarde. Con la decisión tomada, sólo necesitaba el dinero y aprovecharía que tenía que hacer unas compras aquella mañana para acercarse hasta el banco y sacarlo. Cogió su bolso, metió en él la cartilla y salió de casa dispuesta a hacer la compra.
La primera parada, el Banco.
- Buenos días, quería sacar 450€ –le dijo al cajero mientras le entregaba su libreta de ahorros-.
- Buenos días, firme aquí –le contestó él mientras recogía la libreta y le entregaba un papel-.
Tras la firma, le devolvió la libreta con 450€ menos y el dinero en billetes nuevecitos de 50€. Los contó con un poco de prisa y sin mirar a su alrededor, los metió en el monedero que introdujo en el bolsillo interior del bolso y salió de allí dispuesta ha hacer la compra de aquella mañana.
Ya en la calle empezó a ponerse nerviosa porque no estaba acostumbrada a llevar tanto dinero encima, así que acelero un poco el paso hasta llegar a la segunda escala de su ruta mañanera, la pescadería, cuando llegó su turno pidió el pescado, lo pagó y se vio otra vez en la calle. De nuevo aquella extraña sensación de nervios recorrió su cuerpo hasta el extremo de atravesar corriendo la carretera por el paso de peatones sin esperar a que el muñequito verde le diera su aceptación. Entró en la panadería, compró una barra de pan y, con paso ágil y sin mirar atrás, como un fugitivo que se siente perseguido, volvió a casa dejando para otro momento el resto de paradas de su itinerario: la frutería y la librería.
Ya en casa, una sensación de paz se apoderó de ella, como si se hubiera quitado un gran peso de encima. Se descalzó, se puso ropa más cómoda, metió el pescado en la nevera y el pan en la panera y cuando abrió el bolso para guardar el dinero en otro lugar más seguro: ¡No! ¿Dónde está la cartera?
Los nervios empezaron a apoderarse de ella, fue al salón y volcó el contenido del bolso sobre la mesa del comedor: las gafas, el móvil, kleenex, unas monedas sueltas, tickets de compra viejos, un paquete de chicles, la libreta del banco, papeles varios… pero de la cartera ni rastro. Lo removió todo cien veces como esperando el milagro de la aparición y cuando estuvo convencida de que no estaba allí comenzó su búsqueda absurda por toda la casa, mirando hasta en lugares en los que era totalmente imposible que estuviera.
Definitivamente la había perdido. Se cambió de nuevo de ropa y volvió a la calle deshaciendo su recorrido paso a paso con los ojos abiertos como platos buscando con ellos su “presa” como un perro de caza, preguntó en la panadería y tras la negación volvió sobre sus pasos con el mismo ejercicio de búsqueda.
Cuando llegó de nuevo a casa removió por última vez las cosas del bolso sobre la mesa y derrotada se tumbó en el sofá a limpiar sus cansados ojos con un mar de lágrimas.
No se lo podía creer, había perdido el dinero para la lavadora y las tarjetas del banco, el D.N.I, la tarjeta del médico… Aquel desgraciado martes no fue capaz ni de comer, se lo pasó entero llorando y pensando en el día siguiente, tendría que volver al Banco, preguntar que hacer para solicitar documentación nueva…
Se encontraba absorbida por el sofá, pensando en su precaria economía cuando sonó el timbre. Eran casi las 10 de la noche y no esperaba visita. Con desgana abandonó su posición y se dirigió a la puerta. Al abrirla se encontró frente a una chica morena, de pelo corto, delgada, muy delgada y joven, muy joven, iba mal vestida y llevaba en sus brazos un precioso bebé de grandes ojos negros.
- Hola, ¿eres Lucía?
- Sí, ese es mi nombre, contestó.
- Me he encontrado esto –dijo extendiendo la mano y mostrándole su cartera-.
En un acto reflejo, sus manos agarraron aquel objeto como un hambriento cogería un trozo de pan. La abrió y comprobó que allí estaba todo, la documentación y el dinero que ya había dado por perdido.
- Muchas gracias, no sabes la alegría que me das, le dijo casi gritando.
Por un momento fue la mujer más feliz del mundo, su preocupación de todo el día se había borrado y sentía un gran alivio, se había liberado de un peso que le estaba ahogando. Pero toda esa felicidad se borró de golpe cuando la chica dibujó en su cara una tímida sonrisa y bajando los ojos, se giró para desaparecer con su bebé. En aquel momento, su mente, que volaba por el cielo de la felicidad, se posó con firmeza en el suelo de la realidad y fue consciente de la terrible situación que tenía delante de ella.
Se quedó inmóvil viendo como aquella “niña” se alejaba de ella con la ternura entre sus brazos. Estaba a punto de doblar la esquina cuando su boca, como si fuese un miembro separado del cuerpo, reaccionó: “Espera” – gritó-, “no te vayas, ven un momento, por favor”. Levantó su mirada y lentamente se acercó de nuevo. Aquellos grandes ojos le convencieron. Podía lavar un tiempo a mano.
Abrió su recuperada cartera, sacó los billetes nuevecitos que aun quedaban y se los metió en el bolsillo de la sucia cazadora que llevaba puesta: -“Toma, 400 € dan para muchos pañales, leche y algo de ropita”. Ella bajó de nuevo la mirada y se echó a llorar.
Intentó calmarla y le dijo que pasara un momento. Sentadas frente a la mesa de la cocina hablaron con tranquilidad. Se llamaba Lucía como ella y, aunque por poco, todavía no era mayor de edad, su vida había sido muy dura y le confesó con voz temblorosa que cuando encontró en el suelo su cartera y vio lo que había dentro estuvo a punto de quedarse el dinero que tanto necesitaba pero algo en su corazón le dijo que si devolvía el dinero su suerte cambiaría.
Tardó 2 meses en poder comprar una lavadora nueva pero no le importó lavar a mano ese tiempo porque aquel martes y 13 que empezó tan mal se convirtió en uno de los días más bonitos de su vida pues hizo una gran amiga y ha sido muy feliz de poder comprobar junto a ella que el corazón no le engañó ya que a los pocos días encontró un trabajo, y al mes conoció a un chico fantástico que se preocupa mucho por ella. Ahora es muy feliz y parece otra, ha pasado de una bella niña secuestrada bajo un desaliñado aspecto a una bella mujer que se muestra sin miedos y segura de si misma.
Hoy hace 6 meses de aquel encuentro y es un día especial. Esta mañana ha comprado la tarta más bonita de la pastelería porque por la tarde celebran el primer cumpleaños de la tercera Lucía de esta historia que con sus grandes ojos negros sigue cautivándola cada vez que la mira. Por cierto, al meter la tarta a la nevera ha notado un ruido raro y cree que no enfría bien; si sigue así, tendrá que llamar a un técnico…
-----El descanso-----
Le
dije a papá que ya estaba bien de descansar. Me miró con hastío, se levantó del
sofá y volvió a colocar la pata en su sitio. Esquivó el busto de Hernán Cortés,
sorteó las cajas apiladas y se agachó para entrar en la cocina sin golpearse la
cabeza con las estanterías de los mecanos. No tiene derecho a enfadarse, ha
tenido su descanso. Sabe que debe acabar la comida a tiempo, y ya voy muy apurado para recoger las sobras
del bar “Mauricio”. Si el señor viene y no la ve en la mesa, nos echará. Es la
única forma de sobornar al dueño del sótano.
MICRORRELATO 1º/2º BTO
-----Cinco girasoles-----
Tenía
5 años y estaba en el jardín, en las rodillas de mi abuelo, comiendo pipas;
mamá llegó y le abrazó llenándole de besos.
-
Cariño despídete que ya nos vamos.
Abrí
mi manita y solté las cinco pipas que me quedaban, le abracé con todas mis
fuerzas y le di el beso más sonoro que pude.
Cinco
años en un país extranjero y por fin volvemos a casa. Salí del coche, rodeé la
verja y le vi, estaba donde le dejé, esperándome junto a 5 hermosos girasoles.
Me extendió sus fuertes brazos y sonrió.
-
Cuanto te he echado de menos.
Obras ganadoras del XXXII Certamen Literario José Luis Hidalgo, 2012
Memorias de 20 euros
Javier Gutiérrez Gutiérrez, 1º ESO
¿Por qué, por qué, por qué? Con la falta
que me hacían y me los gasto por un impulso imparable. Por dios, soy un
descerebrado al gastarme esos 20 euros, y justo en estas fechas. Lamentos y
quejas parecidos asaltan mi mente mientras camino por la calle cuando quedan
tres días para Navidad.
Y veo pasar a la gente que transita a mi
lado para ir a ningún sitio, como yo.
Después de tanto tiempo en paro, con dos hijos que alimentar, y una esposa que
también depende del dinero que yo lleve a casa, me encuentro hundido y
completamente desesperado.
Así
es como transcurre mi lenta travesía por las calles de mi barrio, mirando los
mismos edificios de siempre, que, ruinosos, dan cobijo a muchas familias pobres
como la mía. Algunos con ventanas condenadas con tablones, ya humedecidos por
años a la intemperie, otros con ventanas sin cristales, y los que los tenían,
estaban enmohecidos por los años y el poco cuidado.
En edificios parecidos a esos tengo que
vivir yo con mi familia. No los he visto por dentro, pero seguro que se parecen
a mi casa. Pequeños hasta casi la estrechez extrema, mal olientes y con unas
condiciones de vida muy precarias.
Así, vagabundeando, salgo de mi
deprimente barriada para pasar a la contigua.
En este barrio vive la gente más afortunada
que yo.
Y miro ahora los edificios, en perfecto
estado, bien pintados, con aspecto de ser muy espaciosos y limpios. Ventanas de
cristales relucientes a través de las que se puede atisbar un interior bien
decorado y muy cómodo, preparado para acoger y darles buena vida a una familia
adinerada, al menos más que la mía, mucho más.
Me fijo ahora en la gente que camina a mi
lado sin mirarme directamente: Trajeada, andando deprisa para ir a sus
trabajos, ¡Cómo les envidio!
Puede que a algunas personas les parezca
injusto este contraste, pero yo sé que no es así.
En su mayoría, la gente que va trajeada
con aspecto de ganar un pastón, en el colegio y el instituto estudiaban
mientras otras personas, que ahora malviven con el poco dinero que sacan,
jugaban a los videojuegos, o salían por ahí a emborracharse y perder el día.
Me avergüenzo de reconocer que yo era uno
de esos irresponsables, y que me burlaba de los que estudiaban porque pensaba
que eran unos empollones y unos tontos de baba que perdían su vida aburriéndose
como ostras, mientras que ahora veo cuál era la finalidad de tantas horas
de estudio para ellos, y de tanto tiempo
perdido para mí. Todo se reduce a esto: ellos tienen trabajo y yo no.
Pero no tiene sentido quejarse, lo
pasado, pasado está, y yo soy incapaz de cambiar o de recuperar los centenares
de horas que perdí, el montón de suspensos y cates que me ponían y de los que
yo pasaba olímpicamente, la enormidad del tiempo desperdiciado en clase,
haciéndome el chulo y sin atender ni a media palabra de cualquier profesor.
Y lo
que era un malestar se transformó rápidamente en una honda tristeza de fondo
insondable con estos recuerdos.
Porque, pensé yo, por culpa de un padre
irresponsable, mis hijos se verán obligados a correr mi misma suerte. No tengo
dinero para comprarles los libros que necesitan, ni internet, ni otros materiales que puedan necesitar, ni las
matrículas del instituto o la universidad. Nada.
Y mi mente vuela hacia mi mujer de nuevo,
que en casa, sola, aguarda a que vuelva su marido, con el poco de dinero que
pueda traer a casa por cualquier medio.
Y mientras camino por la calle, voy
recordando fases de mi vida:
Mis hijos son muy jóvenes, el mayor tiene
7 años, y nació cuando yo aún podía vivir del trabajo que me daba el ser albañil, llevando mucho dinero a casa,
trabajando diariamente, comiendo tres o incluso más veces al día, y con algunos
caprichos de vez en cuando, pero sin necesitar estudios. Mi pequeño tiene 6 años, y ya nació cuando estaba
yo en el paro, viviendo en ese edificio lastimoso, aunque en aquel entonces aún
me quedaba un año de paro.
Mi mujer y yo nos conocimos hace mucho
tiempo, en la escuela. Ella tampoco estudiaba lo que se dice mucho, y acabó
igual que yo, sin trabajo y sin dinero, aunque viviésemos bien por una breve
época. Ahora comprende, igual que yo, lo peligroso que es no aprovechar bien
los estudios y pasar de todo lo que se intenta enseñar, porque aunque el chollo
te dure unos años, siempre se acaba.
Recuerdo también cuando nos casamos mi mujer y yo, un 5 de agosto
soleado, lleno de risa y felicidad, sin miedos al futuro que creíamos favorable
para siempre.
Ahora, todos estos años perdidos me
conducen al portal pintado de negro de un callejón
en condiciones deleznables que apesta a
suciedad. Un contenedor de basura desbordado en una esquina es lo único que se
ve más allá del ladrillo sucio, o del suelo lleno de grietas.
Entro cabizbajo en esta deprimente
construcción, y una vez dentro, me preparo para lo que podría acabar fatal. Dentro del edificio solo había una estancia,
con una mesa vieja y dos sillas.
Detrás del escritorio estaba sentado un
hombre de aspecto inquietante. Tenía una perilla puntiaguda de color negro,
igual que el fino bigotillo que rodeaba su boca y que esbozaba un semblante
cruel. Su pelo, peinado en casco y de un aspecto bruñido, no hacía sino
recalcar la crueldad que reflejaba la totalidad de su ser.
Llegué hasta la silla enfrente de él, y
me senté atenazado por el miedo. Entonces dijo:
-Mira por donde, el moroso ignorante
viene ahora a suplicar el perdón, ¿no?
-Señor por favor, tenga piedad de mí, no
tengo dinero para pagar la deuda, por favor, no me haga nada.
-¡Estúpido ignorante! ¿Crees que voy a
dejar que te vayas así de rositas? ¡O pagas o lo lamentarás!
-¡Por favor, deme otra oportunidad, haré
lo que sea, se lo suplico, por favor!
-Mmmmm, de acuerdo, te perdonaré si
llevas este paquetito con estas bolitas y estas jeringuillas a un ``amigo´´
mío. Lo encontrarás en el parque que hay cerca de la plaza. ¿Aceptas?
- B..b…bueno, s…si.
-Bien, pues coge el paquete y LÁRGATE.
Salgo corriendo de ese edificio infernal,
pensando en lo que voy a entregar y en lo que estoy a punto de convertirme. No
parece un cargamento demasiado legal…
En ese momento, lo oigo por primera vez…
No me creo lo que he escuchado. Miro
hacia la calle y veo el taxi en cuya radio lo he oído, ¿será verdad? Si fuera
posible…
Y
mientras aún escucho de fondo las carcajadas de aquel hombre que me había
encargado llevar el paquete, mis ojos se llenan de lágrimas, agarro con fuerza
mi bolsillo mientras vuelvo a oírlo, y recuerdo mi impulso imparable, los 20 €
tan necesarios, recuerdo a mis hijos de 7 y 6 años, el día de mi boda un 5 del
8 …
y entonces, oigo la voz de los niños por
última vez…
Setenta
y seis miiiiiiil cincuenta y ochoooooo,
cuatro milloneeeeeees de eeeeeeurooooos…
La increíble historia del polo rosa
Inma Quevedo Maldonado, 1º ESO
Érase una vez, en un centro comercial muy, muy
lejano, donde vivía un polo rosa, el
polo rosa vivía con sus hermanos y hermanas, en la sección de camisetas. El
polo rosa se aburría mucho, tenía a sus hermanos y hermanas para jugar, pero él
quería conocer gente nueva, de vez en cuando alguien se dejaba alguna otra
prenda descolocada, y entonces el polo rosa le preguntaba de dónde venía, al
polo rosa le encantaban las historias que le contaban sobre las cosas que había
en otras secciones, pero eso solo rara vez ocurría, los encargados del centro
comercial lo querían todo en orden, y casi nunca se les escapaba ni una.
Un día
el polo rosa, estaba jugando con sus hermanos, cuando vio que alguien se había
dejado un vestido azul roto y descosido al lado del mostrador, el polo rosa le
preguntó:
– ¿De dónde vienes?- El vestido azul le
contestó:
- Vengo de la sección de vestidos, y
voy a ir al nuevo mundo-
El
polo rosa se sorprendió, todo el mundo sabía que para ir al nuevo mundo,
alguien tenía que comprarte, y el
vestido azul no tenía muy buena pinta, como para que alguien lo quisiera comprar.
Después de pensar esto el polo rosa preguntó:
-
¿Cómo piensas ir al nuevo mundo?-El
vestido le contestó.
-
La mayoría de vosotros piensa que solo
hay una forma de ir al nuevo mundo, pero yo conozco otra forma. Al oír esto el
polo rosa gritó:
-
¿Cuál? El vestido contestó:
-
A los encargados del centro les gusta
que nosotros estemos perfectos, pero si no lo estamos, nos tiran a la basura,
en la basura rebusca gente, la gente nos arregla y *voila, estás en el nuevo mundo. Bueno ahora me tengo
que ir, adiós.
El
polo rosa, pensó y pensó, le parecía un buen plan, pero bastante arriesgado, ¿y
si nadie miraba en la basura?, ¿y si los empleados no lo tiraban? Un montón de
preguntas le rondaban la cabeza, pero al final se decidió, se arriesgaría, él
quería ver mundo, y no le quedaba otra opción.
Aquel
mismo día, cuando cerraron el centro comercial, se puso manos a la obra, empezó
descosiéndose uno de los botones, luego se ensució las mangas, se desabrochó el
cuello…etc. Cuando terminó, casi era la hora de abrir el centro comercial, pero
el trabajo había valido la pena, el polo rosa parecía un trapo de limpiar el suelo, antes que cualquier otra cosa.
Como
el vestido le había advertido, los empleados no tardaron en darse cuenta del
desastroso estado del polo, y enseguida lo retiraron del estante, y lo dejaron
en una bolsa donde había muchas más prendas en mal estado. Dentro de esa bolsa,
el polo rosa era muy feliz, pues no tardó en hacer nuevos amigos, como por
ejemplo, unos zapatos rojos de tacón sin un tacón, que le contaban que se les
había roto el tacón cuando una señora gorda se subió encima de ellos, una
camisa sin cuello, que le decía que era defecto de fabricación, un bolso sin
cremallera, que decía que había sido cosido por un preso carterista, para poder
robar a las señoras, y así un largo etc.
Al día
siguiente, los empleados llevaron al polo rosa y a sus amigos a una sala
grande, donde había montones de cajas con ropa nueva, allí el polo rosa conoció
a diferentes ropas que venían de diferentes sitios, como por ejemplo, bolsos de
la China, carteras de Japón, zapatos de Toledo,
medias de Alcorcón..etc. Finalmente, el polo rosa llegó al sitio donde
se supone que se encontraba su billete hacia el nuevo mundo: un cubo de basura.
El polo rosa comprobó que lo que el
vestido le había contado era cierto, al caer la noche no tardaron en aparecer
personas, rebuscando en los contenedores, pero no eran personas como el polo
rosa se las imaginaba, zarrapastrosas y pobres, aquellas personas eran chicos jóvenes, como los que el polo rosa
había visto en el centro comercial, uno de ellos cogió al polo rosa, y lo
guardó en una bolsa.
El
polo rosa estaba bastante aterrado pues no tenía ni idea a donde lo llevaban,
el recorrido fue largo, pero finalmente sacaron al polo rosa de la bolsa, se
encontraba en una sala pintada de colores vivos, en la que había un mural a
medio terminar, en el que había pegados unos calcetines, una falda, etc.
Los
chicos lavaron, cosieron, y arreglaron al polo rosa, cuando terminaron el polo
rosa estaba como nuevo y listo para formar parte de aquel mural.
Al
principio se asustó un poco, pero luego hizo muchos amigos, y viajó por todo el
mundo, viendo ropas de distintos lugares, con distintas historias que luego él
contó y contó.
Microrrelatos elaborados por
los alumnos de 3º de Diversificación
CURSO 2011-2012
Sonó la alarma
antiincendios y bajé rápidamente a la calle. Al no ver humo ni indicios de
fuego, decidí subir. Encontré a mi primo intentando cambiar la alarma de su
móvil. Decidí seguir durmiendo.
El amor es más que un
sentimiento. Es más: es más si es amor verdadero.
Aprendí que las piedras
en tu camino sirven para darte cuenta de los errores que cometes.
DISTANCIA DARWINISTA
Llevo enamorada de él
desde el día en que le conocí en aquella tienda tan peculiar en la que había 50
“chicas” hermosas, pero él me eligió a mí. Desde entonces, me embeleso cuando
me miras y me acaricias el pelo, cuando preparas mi pescado favorito; me
encanta cuando me dices “Siéntate en mi regazo”.
Ojalá estuviéramos
destinados a estar juntos para siempre, pero no puede ser. Soy sólo tu gata.
ABANDONADO
Todo pasó muy rápido. No
me di cuenta en qué momento ella se había ido de mi lado. Me sentía muy triste.
Sólo me quedaba una opción.
Estaba disfrutando del
estudio de mi asignatura favorita cuando entró mi madre y me dio la noticia: me
iban a operar de la vista.
Me encanta sentir tus
pelillos, y esa pasta espesa rozando mi lengua y llenando, poco a poco, mi
boca. ¿Lo trago o lo escupo ...?
No es la primera vez que
lo hago: llevo tiempo disfrutando del roce de ese instrumento más allá de los
dientes. “Te amo”, dije mientras te miraba descansar en el vaso, sobre el
estante del baño.
Recuerdo perfectamente mi
primera vez: tenía catorce años y estaba un poco asustada. Nunca nadie me
habían mirado ahí. Nunca alguien había entrado entre mis piernas.
Primero, me pidió que me
quitara el pantalón y mi ropa interior; luego, que me tumbara ...
Desconcertada, me abrí tímidamente. “Para todo hay una primera vez”, pensé. ¿Y
una última ...? ¿Tendré que volver al ginecólogo ...?
Estaba mirando por la
ventana cuando, de repente, vi pasar un pájaro. Alguien caía –sin ropa
interior- desde el piso superior.
Tristeza, pena,
angustia,.... Todas esas cosas olvidé al mirar tu sonrisa en aquel caluroso mes
de julio.
Tristeza, pena,
angustia,.... Todas esas cosas olvidé al ver alejarse tu sombra en aquel
caluroso mes de julio.
Que frío sentía, a mi
lado, aquel invierno sin la calefacción, en este instituto de mala muerte.
2011-2012
OBRAS GANADORAS
RELATO
(Daniel Andrés, 2º ESO)
**Mundo gatuno **
Observo esa urbe, esa maraña de luces, ese lugar inigualable y a la vez tan terrorífico para alguien como yo. Demasiado grande, demasiados coches y demasiadas personas. Es el lugar en el que nací y que nunca abandonaré, mi condena, mi prisión y también el único lugar en el que seré feliz.
Me encuentro postrado frente a una ventana con vidrieras multicolores en un sofá color crema. No tengo nada que hacer, solo puedo mirar por la ventana envidiando a mis congéneres, viendo como juegan con ovillos de lana, mientras yo estoy encerrado en ese lugar en el que lo único que se puede hacer es comer, pensar y dormir. Comer atún, dormir en un mullido cojín beige y pensar… en lo bonito que sería un mundo sin humanos gobernado por los gatos. Los perros encerrados en las perreras y sin coches, sin ruidos, un mundo tan sofisticado y elegante que nadie se atrevería a criticar por miedo a la ira de a los que los humanos mas cursis llaman mininos. Un mundo que los humanos ni se imaginan pero yo si, pienso en cada detalle de lo que tendría que tener el mundo perfecto y como lo conquistaremos. Primero tiene que comenzar la revolución, aunque antes tengo que hacer que esos gatos que juegan con ovillos sean capaces de sacarme de aquí, tengo que atraer su atención. Por suerte mis dueños no están y el servicio está de vacaciones. Salto desde mi asiento tan rápido como puedo hasta la vidriera para intentar destrozarla. Pero lo único que consigo es un gran dolor en todo el costado. Tengo que buscar otra forma, subo por la escalera, con suerte algún limpiador habrá dejado una ventana abierta para ventilar. Y así es, me subo en el alfeizar y salto sobre el tejadillo que tapa el porche de los rayos del sol. Desciendo de un salto hasta el suelo y salgo de mi hogar durante demasiados años. Oteo el horizonte para buscar a alguno de mis parientes. Allí hay una mancha marrón a lo lejos, corro hacia allí, mi vista no me falla. Es un gato atigrado, no oigo el bocinazo y ni siquiera siento el dolor cuando un camión me aplasta. Mi último pensamiento va dirigido a ese gato, pienso que ojalá yo hubiese sido un gato normal que juega con ovillos de lana, que no quisiese conquistar el mundo y que ese gato ya podría haberme avisado.
MICRORRELATOS
(PATRICIA MEANA, 4º ESO)
**Gritos mudos **
(PATRICIA MEANA, 4º ESO)
**Gritos mudos **
Miré hacia
abajo. Trece pisos. Las luces de la ciudad eran puntos lejanos para mí.
Respiro. “Recuerda por qué lo haces”. “No lo hagas.” “Mamá te espera allí”. “Tu
vida te llama aquí”. “Papá y Lizzy también”. “Eres fuerte”. “Mientes”. “Es el
camino fácil”. “Siempre fuiste una perdedora”. “Mentira”. “Asúmelo”. “Puedes
reiniciar”. “Dudoso”. Sirenas. “Piénsalo”. Ambulancia. “Hazlo”. Sirenas.
“Recapacita”. Coche de bomberos. “Hazlo”. Sirenas. “Cambiarás”. Coches
patrulla. “¡CÁLLATE!¡HAZLO!” Ruidos. “HAZLO”. Pasos. “HAZLO”. “Apártese del
borde”. “HAZLO”. “Estamos aquí para ayudarla”. “¡HAZLO!”. Golpe sordo. Sabor
metálico. Me he mordido la lengua. Ya no importa. Caras borrosas. Pestañeo.
Mamá, papá… Lizzy.
(ALICIA REVUELTA, 1º BTO)
**... Estoy estupenda.**
¿Has engordado ? Que manía les ha entrado a todos con mi peso.
El lunes fui todo ilusionada al gimnasio. Me atendió Juan, ¡que chico tan majo!; se encargará de mi programa de ejercicios. Reconozco que los diez minutos de cinta andadora fueron duros.
El martes tocaba bici y con 4 Km. pensé morir.
El miércoles Juan me presentó a sus amigas las pesas: un instrumento de tortura.
Es jueves y tengo que ir a ver que me tiene preparado hoy ese antipático, pero me estoy viendo en el espejo y… estoy estupenda.
¿Sabes qué te digo?
Que no vuelvo.
**Mi vida: Lucas.**
Al abrir la maleta me di cuenta que lo único que quería llevarme de allí era lo que me obligaba a irme. Él estaba en el sofá, dormido.
Un beso de despedida y salí del piso en silencio, como un ladrón.
15 escalones para llegar al portal, 15 cuchillos clavándose en mi corazón.
Cada lágrima de mis ojos me recrimina la huida pero ya no tengo fuerzas para luchar porque Lucas se ha dado por vencido.
Ya en la calle, derrotada, la lluvia me limpia de la persona más hermosa y buena del mundo.
**5 millones.**
¡Dios mío! ¡Me he dormido!
Salté de la cama, me lavé, me vestí y, sin desayunar, cogí el coche.
Por el camino pensaba en el día anterior, alguien habló del “Sorteo Extraordinario” y, como si de una enfermedad contagiosa se tratara, uno a uno fueron contando lo que harían con 5 millones. Al despedirme dije: “si mañana no vengo, es que me ha tocado”.
Cuando aparcaba escuché en la radio: “…el número premiado ha sido el ..”. Miré el décimo de mi cartera, arranqué el coche de nuevo y me volví a la cama. No quiero que nadie me llame mentirosa.
**Escucho RADIOALICE.**
¡RINGGG! ¡RINGGG!
¡Escucho RADIOALICE!
¿Cómo?
Lo siento. Pensé que era de la radio.
No, no. ¿Está Pedro?
Creo que te has equivocado de número.
Perdona. Suerte con lo de RADIOALICE. Hasta luego.
Gracias. Adiós.
…………….
¡RINGGG! ¡RINGGG!
Te has vuelto a equivocar.
¡Que pena!, tendrías que haber contestado: “Escucho RADIOALICE”.
No me lo puedo creer. ¿Sois los de la radio?
Si. Lo lamentamos amiga pero no podemos darte el premio. Adiós.
… … … … ….
¡Mierda!
¡RINGGG! ¡RINGGG!
¿Sí?
Soy el de antes. Lo siento mucho.
¿Lo has oído? Es increíble, ¿verdad?
Si. Por cierto, ¿cómo te llamas?
María. ¿Y tú?
Hola María, yo soy Juan…
POESÍA
(PABLO ISIDRO, 2º BTO)
(PABLO ISIDRO, 2º BTO)
** Hablemos**
Hablemos de bajos rascacielos,
De salas de espera sin reloj,
De largas cuerdas sin extremos
Y de despedidas sin adiós.
Hablemos de gente con miedo,
De artistas sin inspiración,
De jubilados sin tiempo
Y de veranos sin sol.
Hablemos de Madrid con playa,
De Van Gogh con oreja,
De enfermos sin esperanza
Y de playas sin mar ni marea.
Hablemos de guerras sin balas,
De canciones sin letra,
De libertades sin alas
Y de circos sin fieras.
PREMIO JOSE LUIS HIDALGO 2011-2012
1º-2º ESO
Alfonso Sáiz Revuelta
A QUIEN CORRESPONDA
Empezaré diciendo, que esto no es un reproche, solamente es un LAMENTO.
Después de una vida, con sus buenos y malos momentos. ¿Quién es capaz de borrar nuestros recuerdos?
El tiempo no lo elegimos nosotros; es él quien nos elige.
A ti, abuelo, te tocaron momentos muy duros; la infancia se marchó sin apenas tocarla.
Sin figura paterna a tu lado y con una madre endurecida por las circunstancias, fuiste capaz de ser una persona luchadora y emprendedora. De formar tu propia familia y ser tu propio jefe.
Y ahora empieza mi historia y mi LAMENTO.
Es curioso abuelo, como guardas en tu memoria historias que nos cuentas “una y otra vez” como si fuera la primera vez, y sin embargo, aunque te maten no recuerdas lo que comiste ayer.
Con esa media sonrisa y esa cara de niño travieso, cuentas como te apuntabas sillas de más, cuando trabajabas para tu tío en la carpintería o como subías la cuesta del “Milagro” para llegar a tu casa corriendo y gritando que habías ganado a los mayores al futbolín. Y los azotes que te dio tu madre por llegar tarde, que ni siquiera vio la copa que llevabas con toda la ilusión. Eso si, tu ganaste a los mayores. Mas tarde fuiste futbolista y según dicen eras un tío muy elegante jugando, y como tu nos dices las botas eran de cartón y un día que jugabas en Santander, llevaste unas prestadas que jugaban solas. Pero claro llegó a tu vida la abuela y colgaste tus botas y las prestadas.
Todas esas historias me las se de memoria abuelo y si te interrumpen y pierdes el hilo, yo estoy aquí, para ayudarte.
A veces tu mismo te das cuenta que no te acuerdas por donde ibas y dices “No seria tan importante”. Yo creo que si es importante abuelo, tu si que eres importante para mi, tu y tus historias.
Lo que no llego a entender es porqué a las personas que tienen algo que contar o a aquellas otras que tienen mentes privilegiadas les privan de sus recuerdos.
Al final de nuestros días es lo que nos quedan “Los recuerdos”.
“Que conste que esto no es una queja, es un LAMENTO”.
Es un hecho comprobado que recibes lo que das,
Y puedes influir en otros con tu forma de vivir.
TODO EMPEZÓ EN UNA ABURRIDA CLASE DE LENGUA. NOS PROPUSIMOS HACER UNA DESCRIPCIÓN DE LO QUE SENTIAMOS AL VER UN DÍA LLUVIOSO. TODOS PENSÁBAMOS QUE IBA A SER ALGO TAN DIFÍCIL QUE SERÍAMOS INCAPACES DE HACERLO. ENTONCES, LOS ALUMNOS DE 3º DE DIVER EMPEZAMOS A HACER LA REDACCIÓN. DE PRONTO ERA COMO SI UNA MUSA NOS HUBIERA INSPIRADO; COGIMOS CARRERILLA Y EMPEZAMOS A ESCRIBIR. Y ELLA CONSIGUIÓ LLEVARNOS MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS, HASTA LO MÁS PROFUNDO DE NUESTRO CORAZÓN. OS INVITAMOS A QUE ENTRÉIS EN ELLOS Y LEÁIS LAS MARAVILLOSAS DESCRIPICIONES QUE HEMOS PUBLICADO SOBRE NUESTROS SENTIMIENTOS AL VER UN DIA LLUVIOSO.
ResponderEliminarEl hombre del tiempo decía que iba a ser un día lluvioso, en ese instante fue cuando me di cuenta de que las horas pasaban y yo no encontraba nada que hacer. El cielo cada vez se oscurecía más. Me senté en el sofá a ver pasar las horas mirando cómo las gotas de lluvia golpeaban la ventana, mientras que mis ojos cerrados se reflejaba la trsiteza de un día gris recordando el pasado y echando en falta a las personas que más quieres.
*
Tristeza, es lo que siento cuando abro las cortinas y veo como cae el agua sin cesar. Las gotas golpeaban la ventana cómo si de granizo se tratara, y afuera se veían caer cómo las hojas del árbol en Otoño con tal intensidad que parecía que los árboles de los que procedían fuera de acero. Echo de menos los rayos del sol que se colaban y tropezaban con mi cuerpo. Las líneas doradas adoradas han sido suplantadas por unas nubes negras que acaparan el cielo y que fueron las raptoras del sol.
*
En un día lluvioso me dejaste. Tus láfrimas se quedaron pegadas en mi rostro humedecido, y con la brisa se mezclaron como un antídoto para la tristeza.
Pareciera que toda nuestra historia se difuminara en el aire pero tú, subiendo a una nube, íbas recreando y perfilando los pequeños trozos de nuestra vida. Tú eres mi cielo, mi mar, mi flor vaporosa, aunque te hubieses desvanecido en la nada, estoy tan lleno de ti, que incluso te expulso en mi aliento.
En clase de lengua viendoeste blog
ResponderEliminarhoy es primavera
ResponderEliminardijo Laro
La historia que cuenta Alfonso es la misma realidad, cuantas veces tus abuelos te han contado esa batallita que te sabes ya hasta de memoria, pero eso es lo de menos lo que más importa el como la cuentan recreandose, orgullosos de ella, lo cual aún la hace mucho más interesante.
ResponderEliminarHola , mi nombre es Yánison , y me gustaría que ppusieseis algo decente , me gusta mucho , pero no me atrae porque es un poco , aburrido , ¡modernizaos! , yo os invito!
ResponderEliminar;)
Estaba claro que no podíamos ser agua, que desde el primer momento decidimos ser personas humanas, con el derecho y el deber de caer una y otra vez en la misma piedra, con el privilegio de tenerlo todo, y el riesgo de perderlo.
ResponderEliminarPero así somos, somos imperfectos, y me gusta, sí, pero siempre habrá ese mito, ese mito buscado entre el consumo y la sociedad, hablo de la perfección, del asco que me provocan esas personas que lo buscan, que no se cansan, que se juegan su físico, que viven de su imagen.
Tengo claro que si en este país viviéramos de nuestro corazón, de nuestras ideas y nuestros pensamientos, seríamos millonarios, seríamos un país ejemplar a pesar de las polémicas políticas...
Algo que me repugna son, también, los políticos corruptos, los empresarios corruptos, en fin, quienes son propietarios de lo que un ciudadano de a pié no llegaría a tener en más de diez años...
¿Tanto les cuesta vivir con ese sueldo? Hablo de más de 6.000€ al mes, mientras que millones de familias se conforman desde 700€ hasta 3.000€.
Poco a poco la sociedad está mal acostumbrando a millones de personas, a miles de millones de consumidores, no les obliga a robar, no, son grandes empresarios y/o políticos, banqueros, y alguno más, su principal problema se llama "avaricia", el principal problema a la hora de elegir a un presidente, a un director, o a una junta... ¿Qué pasa? que mientras millones, qué digo millones, billones, TRILLONES de familias mueren de hambre mientras buscan un techo.
A este tipo de personas les digo que reflexionen, que retrocedan, que aún están a tiempo, que no cometan errores, porque eso hará que de este mundo "globalizado" pase a ser un mundo "consumista".
Y esto ha sido lo último, son mis ideas, nadie será capaz de modificarlas, creerme, nadie.
Miguel Álvarez, 3ºB
Aquí dejo algo mío (de mi blog: http://secretosdeuntortuga.blogspot.com.es/ )
ResponderEliminarNo puedo dormir, las sábanas me destapan, tu recuerdo está cerca, no puedo, es superior a mis fuerzas. Quiero, espero, y sé que estás aquí, no te has alejado, has sido mucho para mí, he vivido contigo lo suficiente como para quererte, hasta la terrible fecha, los interminables peores días de mi vida.
Fue un verano, en Segovia, yo tenía pocos años, tú no tantos, pero más que yo, realmente eras joven.
Mi madre recibió una llamada de mi tía, contó lo sucedido, yo pensé que no pasaría nada, eras muy fuerte, pasaste muchas, por una más no te iba a pasar nada...
Llegamos a la residencia de Valdecilla, en Santander, hubo bastante familia, entre ella, mi tía, que vive en Madrid, alguien muy especial... Yo no llegué a verte, no me dejaban, tuve que quedarme afuera o en la cafetería, viví de muy, muy de cerca el sufrimiento de mi madre, aún no llegó el final, comenzó el desenlace.
Mi madre sufría, yo no dormía, era imposible, lloraba, nunca me había pasado nada igual, yo te quería...
Al cabo de unos intensos días, la noticia llegó, era inevitable, te fuiste, y ojalá me hubiese ido contigo, pero ya es tarde, estás lejos.
A pesar de todo, y todo el tiempo que ha pasado, te sigo echando de menos, sé que estás cerca, que has regresado, pero yo sabía que no nos ibas a abandonar, te necesito, sécame los ojos, lo necesito.
Has sido durante toda tu vida una mujer fuerte, supiste sacar adelante a dos estupendas hijas, y a dos nietos, luchaste por lo que, desgraciadamente, él no luchó, él os abandonó, no tiró la toalla, sino que no la tubo, no sé nada de él, gracias a dios no lo conocí, pero espero que no esté cerca de mí, y menos cerca de ti.
Aún te recuerdo, sé que estás aquí, te necesito.