viernes, 19 de febrero de 2016

LUCIA TEZANOS DEL RÍO GANADORA DEL XXXV CONCURSO LITERARIO "JOSÉ LUIS HIDALGO".


Un año más algunos de nuestros alumnos han participado en este prestigioso concurso, y de nuevo  una de nuestras alumnas ha sido ganadora de un premio por la calidad de su relato. En esta edición nuestra alumna Lucía Tezanos del Río, de 2º A consiguió el primer premio en la CATEGORÍA A (1º y 2º ESO) por el trabajo “Dos metros cuadrados” 
Podéis leer su creación a continuación. Desde la Biblioteca del Garcilaso de la Vega queremos dar las gracias a todos nuestros alumnos participantes y por supuesto felicitar a la ganadora. Esperamos que  su relato  sirva de inspiración para que  todos os animéis a seguir escribiendo.
Resultado de imagen de dibujos de un ascensor“Dos metros cuadrados: relatos de un ascensor” 
Mi vida es complicada y en muchas ocasiones  voy de arriba para abajo. Como un ascensor. Vivir en un séptimo piso da para comerse mucho el coco mientras el aparato sube y baja y con él, una amplia variedad de personalidades, caracteres, emociones, sentimientos, profesiones, aptitudes y habilidades que se concentran en dos metros cuadrados. Yo prefiero subir sola, no me gusta que me pregunten, que me miren,  que me observen, que me escudriñen… Mi  mundo es mío, pero eso es difícil hacérselo entender a los demás cuando solo tienes 13 años y te miran desde arriba. Sobre todo si te encuentras con ellos en el ascensor y no quieren hablar solamente del tiempo.
Está claro. Hoy, no es mi día. En este momento, mi mundo es mi ascensor y en este espacio tan reducido y a la vez tan diverso, como la vida misma, me espero cualquier cosa. Voy al instituto, entro en el ascensor, se cierran las puertas. O eso creía. Cuidado, preparada….las puertas se abren: “La vecina curiosa”.
Entra ella. Mayor, por no decir vieja. Simpática, por no decir plasta. Y curiosa, por supuesto. Y con ella vienen las preguntitas del millón, que la salen del tirón, todas seguidas:
-¿Qué tal las notas? ¿Ya tienes novio? ¿Qué tal tu hermanito? (Esta última no falla nunca… ¿qué tendrá el atontado de mi hermano que no tenga yo? Siempre me preguntan por él, sea quien sea).
Entre señora, entre. Que no llego a clase. ¡Cómo huele a perfume del caro! Se nota que no tiene nietos en quien gastarse la pasta.
     -Bien…- contesto a la primera pregunta. Si supiera que he dejado tres…
     -No…- esta es la respuesta a la segunda. Mira que es preguntona.
     -Ehhh … ¿Cuál era la tercera pregunta?  - Ah, si. Lo de mi hermanito. Uffffffff.

Cuidado. Sexto piso, otra vez las puertas. A ver que toca ahora. ¡Ostras! “El cura y la monja”.

No penséis mal, no es que un cura y una monja vivan juntos en el sexto. Es que es un matrimonio que parecen un cura y una monja. ¡Qué amabilidad, qué educación, qué respeto… ¡Qué paciencia hay que tener…! Hablan tan despacio que si siguen así me duermo de pie.
     -Buenos días – dice él dirigiéndose a mi    
     -Buenos días –dice ella dirigiéndose a “la curiosa”.
     -Buenos días, ¿qué tal están? ¿Van a hacer la compra?– dice “la curiosa”

Yo muevo la cabeza como diciendo “que pasa, que tal, que hay”. No me apetece hablar. Como de costumbre en el ascensor. Ahora empezarán a hablar entre ellos de lo de siempre: el tiempo. Como si lo viera.

-¿Qué frío hace, verdad? – dice “el cura”, que va forrado de ropa, con el abrigo de borreguillo y la bufanda recién sacados del armario. Huele a alcanfor, como en casa de mi tía Conchita.
     -Si, ayer en el parte dieron que llegaba una ola de frío – dice “la curiosa”.

No quiero oir más, me pongo los cascos. Ya sé que es de mala educación, que me lo dicen mis padres continuamente, pero no puedo con esto. Y al momento el ascensor para en el quinto y entran “los conectados”. Estos son de los míos. Me gustan. Los miro como cuando viajas al extranjero y te encuentras con alguien que habla tu mismo idioma.

     -Buenos días – repite “el cura”
     -Buenos días – repite “la monja”
     -Hola ¿qué tal? ¿qué escucháis? – pregunta, como no, “la curiosa”.

Ellos nos saludan a todos con un movimiento de cabeza. Si ya lo digo yo. Estos son de los míos. Y yo, hago lo mismo. Pasan cinco segundos con el ascensor en modo silencio absoluto y…tenía que pasar hoy. Paramos en el tercero. Horror. “El apestoso” espera impaciente mientras apura el cigarrillo y con la colilla en una mano y la bolsa de basura en la otra, entra en mis dos metros cuadrados. ¡¡Nooooo, mis dos metros cuadrados son míoooooossss!!

Pero como dice mi abuela, no hay dos sin tres y en el segundo piso entra “el del perro”. No podía ser pequeño, no. Tenía que ser como un caballo de grande. Solo le falta la silla de montar. Y encima a mi no me gustan los perros. Ninguno.
Quedan pocos segundos para salir de este infierno. Mientras estoy aplastada por el morro “del caballo”, por la bolsa de basura del “apestoso”, por el bolso de “la curiosa” y el carro de la compra que siempre lleva “la monja”,  una mezcla de olores me envuelven: el perfume, la basura, el perro, la colilla, el alcanfor y el sobaco de uno de “los conectados”. Solo falta que alguien se tire un cuesco.

¡Por fin! Se abren las puertas y todos queremos salir a la vez. ¡Ehhhh!  ¡Yo soy la más pequeña y tengo clase, dejadme salirrrrrr!
Pero creo que lo he dicho para dentro y no me han oído. Todos salen y yo me quedo. Estoy como mareada, tengo ganas de vomitar…creo que tengo fiebre. Me voy para casa. A veces es necesario pasar por situaciones traumáticas para aprender y salir fortalecido. Eso lo dice siempre mi padre. Yo creo que hoy he aprendido mucho: a partir de mañana, mi mundo serán las escaleras y cada peldaño, una nueva experiencia.

FIN